El artesano (Anagrama) es precisamente el título de su último libro,
el primer volumen de una trilogía dedicada, según sus palabras, a la
"cultura material". Para este discípulo de Hannah Arendt que ayer
estuvo en Barcelona, "hacer es pensar" y la palabra artesanía
(craftmanship) designa "un impulso humano, duradero y básico; el deseo
de realizar bien una tarea, sin más". Esto supone, explica, dedicación
para aprender y para desarrollar las habilidades, para crecer como un
trabajador competente, un concepto que ha brillado por su ausencia
estos los últimos 20 años en los que no se invirtió en los
trabajadores, sino que lo que se hacía era comprar lo más barato que
había. El resultado, concluye, es que cuando llegó el colapso, "la
economía real no tenía ningún tipo de resistencia para enfrentarse a
la explosión financiera".
Pero cuando habla de artesanos, Sennett no sólo se refiere al
estereotipo del trabajador altamente cualificado de una empresa
tecnológica, sino a los conocimientos adquiridos, por más simples o
banales que parezcan, que forman la textura misma de la sociedad y de
la economía. Uno de los efectos del sistema imperante estas últimas
décadas, denuncia, ha sido "la ceguera" ante las habilidades de la
gente a la que denominamos como poco cualificada, pero de cuyas
capacidades somos "socialmente dependientes".
"Si usted es cuidador en un hospital o trabaja en la limpieza, su
ficha laboral le definirá como no cualificado, pero no será cierto. Se
trata de gente con muchas habilidades: conocen el hospital, saben a
quién llamar cuando hay una emergencia, saben cómo conservar el lugar
limpio, incluso detectan si alguien ha empeorado súbitamente y llaman
al médico o la enfermera. Hay muchos trabajadores así. Parece muy
simple, pero esto se va adquiriendo con tiempo y dedicación y no se
valora. La visión neoliberal consistía básicamente en que el trabajo
era una serie de tareas sin relación.Las habilidades pueden ser
simples, pero las instituciones son complejas. ¿A quién llamar cuando
algo se rompe? Eso es artesanado. Olvidarlo es olvidar que la vida
tiene una narración, que la competencia en algo es una narración, no
sólo para el individuo, sino también para la sociedad".